Llega el verano y, en teoría, todo debería ser calma: días más largos, tiempo libre, vacaciones. Pero para muchas personas es justo lo contrario. El ritmo acelerado de los últimos meses, las prisas para dejar todo listo en el trabajo o las expectativas de “aprovechar al máximo” el verano hacen que lleguemos con los niveles de estrés por las nubes. Y claro, cuando por fin tenemos tiempo para descansar... no conseguimos desconectar.
Si te cuesta relajarte incluso en vacaciones, sigue leyendo. Este artículo es para ti.
El cuerpo no tiene interruptor de “modo vacaciones”. Si llevas meses en tensión, tu sistema nervioso está tan acostumbrado a ese estado de alerta que le cuesta bajar revoluciones. Es como cuando un coche ha estado todo el día en carretera y al apagarlo aún está caliente: necesita tiempo para enfriarse.
Según este artículo sobre el estrés en vacaciones, este fenómeno es más común de lo que parece y está relacionado con factores psicológicos y hábitos adquiridos durante todo el año.
Además, en verano:
Cambian nuestras rutinas.
Dormimos diferente (o peor).
Nos exigimos “aprovechar el tiempo” y hacer mil planes.
Seguimos conectados al móvil, a los emails, a la agenda.
El resultado: estamos de vacaciones, sí, pero sin descanso mental real.
Aquí tienes las más eficaces, fáciles y realistas para aplicar incluso en vacaciones, sin complicarte la vida.
Cuando estás estresado, tu respiración se vuelve rápida y superficial. Cambiar eso de forma voluntaria te ayuda a enviar un mensaje claro al cerebro: “Todo está bien. Podemos bajar la guardia”.
Siéntate en un lugar tranquilo (puede ser la playa, la terraza, una hamaca).
Inhala en 4 tiempos, mantén el aire 4, exhala en 6.
Repite durante 3-5 minutos.
Hazlo al despertar o antes de dormir. Es tan efectivo que, a menudo, se te escapará un bostezo (¡buena señal!).
Uno de los errores más comunes en verano es acostarse tarde, viendo series o con el móvil en la cama. El cerebro necesita señales claras de que toca descansar.
Ducha templada con luz tenue.
10 minutos de lectura ligera o música suave (nada de pantalla).
Infusión de melisa o pasiflora.
Respiración consciente antes de cerrar los ojos.
¿El resultado? Duermo mejor y me levanto con energía.
Aunque el deporte es un gran aliado del bienestar, si llegas muy activado al verano, lo ideal no es lanzarte a hacer HIIT todos los días. El cuerpo necesita moverse, sí, pero con suavidad.
Caminar descalzo por la arena o el césped.
Hacer estiramientos al despertar.
Practicar yoga suave o tai chi en un parque.
Esto mejora tu movilidad, regula el sistema nervioso y reduce la tensión acumulada.
No hay descanso si el móvil sigue sonando. Y aunque no lo creas, no pasa nada por estar unas horas (o días) sin contestar mensajes.
Pon el móvil en “modo avión” al menos 2 horas al día.
Deja de ver noticias o redes sociales justo antes de dormir.
Si estás de vacaciones, quita notificaciones de trabajo o silencia grupos.
Piensa esto: si tu descanso mejora, todo lo demás también lo hará.
Estar en contacto con la naturaleza tiene efectos inmediatos sobre el sistema nervioso. No hace falta que te vayas al monte: el mar, un parque, o incluso tumbarte bajo un árbol pueden ser más potentes que cualquier spa.
Paseo consciente por la playa o el campo.
Escucha el sonido del agua o los pájaros sin hacer nada más.
Toca la tierra, el agua, la madera. Reconecta.
Ese “nada” que haces es lo que recarga tu sistema.
Es normal. La tensión acumulada no desaparece en dos días. Pero si aplicas estas técnicas de forma constante, tu cuerpo lo notará.
Además, puedes apoyarte en suplementos naturales que ayudan al sistema nervioso, como:
Melisa y pasiflora, que favorecen la relajación.
Magnesio, esencial para relajar músculos y calmar el sistema nervioso.
L-teanina, un aminoácido que mejora la concentración sin excitación.
Valeriana, utilizada tradicionalmente para reducir la tensión nerviosa y mejorar la calidad del sueño.
Siempre consulta con un profesional antes de iniciar cualquier suplemento, pero tenlos en cuenta como parte de tu "kit antiestrés de verano".
Relajarse en verano requiere intención: no es solo cuestión de tener tiempo libre, sino de saber cómo desconectar de verdad.
Las técnicas de relajación no son complicadas: con respirar, moverte suavemente y cuidar tu rutina nocturna, puedes conseguir mucho.
Apóyate en hábitos, espacios y herramientas naturales: tu cuerpo y tu mente necesitan ese respiro para funcionar mejor.