Cuando pensamos en verano, nos vienen a la mente días largos de sol, playa, piscina y vacaciones. Sin embargo, solemos olvidar que el cabello y las uñas también sufren con el calor, la radiación solar, el cloro y la sal. Para muchas personas, la salud y el aspecto de su cabello y uñas son un reflejo directo de su bienestar general. Y no es solo estética: su estado puede indicarnos carencias nutricionales, estrés o desequilibrios internos.
El cabello está formado principalmente por queratina, una proteína rica en azufre, organizada en largas cadenas que le otorgan resistencia y flexibilidad. Su estructura se divide en tres capas:
Cutícula: capa externa formada por células planas y superpuestas como tejas. Es la responsable del brillo y protección de las capas internas.
Corteza: compuesta de fibras de queratina, le da la fuerza y contiene el pigmento (melanina) que determina el color.
Médula: centro del cabello, más prominente en cabellos gruesos.
Cada pelo crece a partir del folículo piloso, en la dermis, y tiene un ciclo de vida con tres fases: anágena (crecimiento), catágena (transición) y telógena (caída).
Protección frente a radiación solar y golpes.
Regulación térmica del cuero cabelludo.
Función sensorial (percibe movimientos y tacto fino).
Alopecia estacional: Es un proceso normal de renovación capilar que se intensifica en ciertas estaciones. Suele durar 1-2 meses y se recupera sin dejar calvas.
Alopecia androgénica: De origen genético y hormonal, con patrón progresivo (entradas y coronilla). Requiere diagnóstico médico y tratamientos específicos.
Alopecia areata: De origen autoinmune, se manifiesta como placas redondeadas sin pelo. Necesita evaluación dermatológica.
En resumen, si la caída es difusa, moderada y sin placas visibles, puede ser estacional. Si notas calvas, acude a un especialista.
Las uñas también están formadas por queratina, pero su disposición en capas compactas les confiere dureza. Sus partes principales son:
Lámina ungueal: la uña visible, compuesta de queratina dura.
Lecho ungueal: piel bajo la uña, rica en vasos sanguíneos.
Matriz ungueal: donde se produce el crecimiento de la uña.
Cutícula: protege la matriz de infecciones.
Más allá de su apariencia, las uñas desempeñan funciones esenciales que van desde la protección hasta la precisión en movimientos finos. Estas son algunas de sus principales aportaciones:
Protección de las falanges distales.
Mejora de la precisión en movimientos finos (pellizcar, rascar).
Estética e imagen personal, asociada a salud y autocuidado.
Aunque el verano acentúa estos factores, es importante conocerlos todo el año:
Radiación ultravioleta (UV): degrada proteínas como queratina y melanina, generando cabello seco, sin brillo y quebradizo.
Temperaturas extremas: el calor excesivo altera la estructura lipídica, deshidratándolo.
Agua salada o clorada: la sal cristaliza en la cutícula generando aspereza y el cloro elimina aceites naturales.
Productos químicos agresivos: tintes, decoloraciones, lacas o espumas con alcohol lo resecan.
Falta de nutrientes: carencias de zinc, hierro, biotina, proteínas y ácidos grasos omega-3 debilitan la raíz.
Humedad excesiva o agentes químicos (limpieza, cloro): reblandecen la uña, la hacen quebradiza y favorecen infecciones fúngicas.
Golpes repetidos o microtraumatismos: alteran su crecimiento y pueden provocar onicólisis (despegamiento de la uña).
Deficiencia de vitaminas y minerales: sobre todo biotina, zinc, hierro y selenio.
Uso de esmaltes permanentes o limados agresivos: debilitan su superficie.
Durante los meses de calor, el cabello sufre:
Mayor caída (alopecia estacional): en primavera y verano, el ciclo telógeno (caída) se acentúa. Es fisiológico, pero puede preocupar si es excesiva.
Falta de brillo y volumen: la cutícula dañada no refleja bien la luz.
Cabello áspero y puntas abiertas: por la degradación de lípidos protectores.
Color alterado: especialmente cabellos teñidos o claros, con tendencia a oxidarse y perder intensidad.
Uñas quebradizas y blandas: por cambios bruscos de humedad y temperatura.
Color amarillento: cloro de piscinas o esmaltes agresivos.
Crecimiento más lento si existe deshidratación general.
Mayor riesgo de infecciones fúngicas en piscinas públicas o por humedad prolongada.
Usa sombrero o pañuelo para proteger de la radiación UV directa.
Aplica protectores solares capilares antes de salir.
Tras cada baño en el mar o piscina, aclara con agua dulce para eliminar sal y cloro.
Limita el uso de secador y planchas calientes, y si los usas, aplica protector térmico.
Incorpora mascarillas nutritivas una o dos veces por semana con ingredientes como aceite de argán, almendras o manteca de karité.
Elige champús suaves, sin sulfatos agresivos, especialmente si te lavas el cabello a diario.
Mantén una dieta rica en proteínas (huevos, pescado, legumbres), hierro (espinacas, carnes magras), zinc (frutos secos, marisco) y omega 3 (pescado azul, chía, nueces).
Si observas caída excesiva, consulta con tu médico o farmacéutico sobre la necesidad de un suplemento específico a base de cistina, queratina, biotina, vitamina B6, zinc y extractos de semilla de calabaza, cola de caballo y pygeum africanum. para fortalecer el folículo.
Puedes ampliar esta información sobre cómo regenerar el cabello, la piel y las uñas desde dentro en este artículo de Mejor con Salud.
Hidrata las manos y cutículas diariamente con cremas ricas en urea, glicerina o aceites vegetales.
Usa guantes al fregar o limpiar con productos químicos.
Evita retirar esmaltes permanentes sin la técnica adecuada, ya que arrancarlos daña la lámina ungueal.
Deja las uñas al natural unos días entre esmaltados para que respiren.
Consume alimentos ricos en biotina (huevo, salmón, aguacate), zinc (pipas de calabaza, anacardos) y proteínas o, en su defecto, recurre a complementos alimenticios a base de Biotina, mínimo 2500 µg al día.
Mantén las uñas cortas y bien limadas, evitando limas de grano muy grueso que las astillen.
Nutrición equilibrada: clave para la formación de queratina y colágeno.
Hidratación adecuada: bebe suficiente agua y consume frutas y verduras ricas en agua.
Descanso reparador: dormir 7-8 horas favorece la regeneración celular.
Gestión del estrés: el cortisol elevado afecta la salud capilar y ungueal.
Protección física y solar: barreras físicas y protectores específicos para pelo y uñas.
El verano está para brillar, pero que ese brillo sea de tu pelo y uñas sanas, no del daño solar.
Cuídalos, y ellos hablarán de ti sin decir palabra.
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